Porno normal para gente normal(normal porn for normal people

Todo mundo sabe que si navegas en la web lo suficiente, encontrarás muchas cosas enfermas. Esto es en especial verídico si intencionalmente habitas en el lado oscuro de la web. He visto algunas cosas que no me cuesta trabajo admitir, pero una en especial que siempre recordaré es un sitio llamado normalpornfornormalpeople.com
La primer cosa extraña sobre este sitio, es que yo no lo encontré en un viaje por la red. Me lo envió un desconocido por e-mail. El correo era el siguiente:
Hola
Encontré este sitio, es muy lindo, y pensé que te gustaría
normalpornfornormalpeople.com
Pásalo, por el bien de la humanidad
Una cadena de correo bastante estándar, aunque la url del sitio y la última frase despertaron mi curiosidad. Estaba teniendo un día muy aburrido cuando me llegó esto, así que me aseguré que mi antivirus estuviera trabajando y luego entré en la página.
Era algo muy normal, el sitio me parecía bastante genérico. Daba la impresión de que a los creadores les importó una mierda el diseño profesional. El autor parecía tener un conocimiento muy tenue del inglés, y la primer página era una diatriba larga, incoherente y aburrida, que no recuerdo.
El sitio tenía un eslogan muy extraño (que aún hoy en día la gente no entiende bien qué significaba) que decía:
Porno Normal para la Gente Normal. Un sitio dedicado a erradicar las anormalidades sexuales.
Y por la forma en que eso sonaba, yo no estaba seguro si estaba aquí para ver porno, o si había tropezado con algún tipo de programa eugenésico. Pero estaba aquí, y estaba muy curioso por ver lo que la “gente normal” le parecía genial. Así que bajé por la diatriba y… nada. La página no parecía vincularse hacia cualquier otro sitio, y estuve a punto de largarme cuando me di cuenta de que cada palabra en la diatriba tenia su propio hipervínculo. Así que hice click en uno de ellos, y fui enviado a una página en blanco con una larga lista de vínculos como:
http://www.normalpornfornormalpeople.com/
Me detuve por un momento y me dediqué a pensar si estaba dispuesto a perder Dios sabe cuánto tiempo accediendo a links aleatorios hasta que me infestara la máquina de virus. Pensé que tal vez debería intentar por cinco minutos, sólo para ver si algo surgía. Clickeé uno de los enlaces, y fui enviado a otra página. La url de ésta era totalmente distinta a la anterior.
Estuve a punto de decir “que se joda esto”, cuando clickeé el tercer link, que un video se empezó a descargar. Se llamaba “peanut.avi”. Fue un video de 30 minutos de un hombre, una mujer y un perro en una cocina. La mujer preparaba un sándwich de mantequilla de maní, y el hombre se lo acercaba al perro para que comiera. Era todo lo que pasaba por treinta minutos. Era obvio que el camarógrafo tuvo que parar el rodaje y esperar hasta que el perro estaba dispuesto a comer de nuevo, el perro parecía bastante enfermo por el final del video.
Sé lo que estás pensando: “¿Qué demonios tiene eso que ver con el porno?” No tengo ni idea. He visto un poco más de dos docenas de vídeos de este sitio, y la mayoría no tenía actividad sexual en absoluto.
Después de ver peanut.avi, fui a un board de imágenes que frecuento para jugar en línea a Mostrar y Explicar, como siempre hago con mierdas extrañas como ésta. Pero alguien ya había hecho un thread de ello, un tipo que había recibido la misma cadena que yo. El thread estaba realizado por un puñado de personas que no tenían nada mejor qué hacer que indagar en esa página, y es así como logré ver más videos.
La mayoría de esas dos docenas de videos eran muy sin incidentes, y se componía de gente hablando a la cámara en una habitación sin nada dentro, más que un escritorio y algunas sillas. Quiero decir, literalmente, nada en las paredes, o en términos de los muebles. Toda la habitación tenía una sensación muy fría y estéril en ella.
Las conversaciones eran bromas vanas sobre trabajos anteriores o hechos vergonzosos de la infancia. Me quedé esperando alguna sobre lo que fuera que se estaba filmando, o sobre el lugar en el que se encontraban, pero nada. Tú nunca sabrías qué tenía que ver todo esto con el porno si lo ves fuera de contexto. Sin embargo, me atrevo a decir que quienes salían en los videos eran bastante atractivos.
Sin embargo, los demás videos donde realmente cumplían las funciones para decir que eran contenido “sexual” fue donde todo empezó a ponerse raro.
Daré una breve explicación de algunos de esos videos. Si quieres verlos porque te gana la curiosidad, puedes tratar de conseguirlos en alguno sitio de torrents.
  • lickedclean.avi
    Un video de 10 minutos filmado por una cámara oculta en la que vemos un técnico trabajando en una máquina de lavado para los primeros 2 minutos. Cuando está arreglada, el técnico habla con el dueño brevemente, y luego se va. El propietario se asegura de que el técnico se ha ido, y comienza a lamer toda la parte superior de la lavadora. Esto continúa durante 7 minutos.
  • jimbo.avi
    Un video de 5 minutos de un mimo obeso realizando su acto. En realidad, fue bastante divertido, sobre todo una parte donde se pretende levantar una silla, y luego pretende que se rompe a causa de su peso. En los últimos 30 segundos del video, la cámara corta brevemente a estática y corta de nuevo al hombre llorando en silencio, todavía con el traje de mimo y el maquillaje. ¿Una especie de fetichismo oscuro?
  • dianna.avi
    4 minutos de video con las conversaciones del camarógrafo con una mujer en una habitación diferente a la “sala de entrevistas”. Esta habitación luce como cualquiera que encontraras en una casa común. En dónde se encuentran nunca se especifica, así como Dianna hablando sobre su forma de tocar el violín. Ella obviamente toca el violín, pero ella se sigue distrayendo en cualquier cosa.
    No me di cuenta hasta que alguien presente en el thread señaló la imagen, pero si se mira en el espejo del fondo, se puede ver a un hombre gordo con una máscara de pollo masturbándose.
  • jessica.avi
    Otro video de camarógrafo de 4 minutos. Esta vez es fuera de una casa, hablando con otra joven. Ellos hablan de paseos en canoa. La cámara hace zoom hacia fuera para revelar las calles de la ciudad detrás de vez en cuando. Lo extraño es: Nadie hasta ahora ha sido capaz de identificar dónde es esta calle. Las suposiciones se han extendido por todas partes de Europa a Australia a las Filipinas, pero no hay aún un veredicto por la calle se muestra en el video.
  • tonguetied.avi
    Video de 10 minutos. Los primeros cinco minutos consisten en una anciana besando a un maniquí. El video se corta como lo hizo en jimbo.avi a medio camino, y la escena es ahora un grupo de maniquíes apiñados en un círculo alrededor de la cámara. Las luces se han atenuado, y la mujer de edad avanzada ya no se ve en ninguna parte. Desde este punto, no hay sonido.
  • stumps.avi
    Video con duración de 5 minutos, donde un hombre sin piernas intenta bailar breakdance en un tapete de DDR, en lo que parece ser la cocina de peanut.avi, pero mucho más sucio. Hay un radio tocando música oculto en el fondo, pero ésta se detiene en el minuto 4, donde el hombre se desploma por el cansancio.
    Él respira con dificultad y le pide a alguien fuera de cuadro que le deje descansar, pero éste se pone furioso y le grita para que siga bailando, lo cual hace. Se pueden escuchar los gritos del hombre fuera de cuadro hasta que el video se corta abruptamente.
  • privacy.avi
    La mujer de dianna.avi se masturba en un colchón en la “sala de entrevistas”, mientras el hombre de stumps.avi camina de manos mientras lleva una especie de máscara de duende.
    La puerta del cuarto usualmente aparece cerrada en los videos, pero ahora está abierta. En este video es la única luz en la habitación y el pasillo es oscuro. Cerca del final del video, se puede ver un animal rápido correr por el pasillo.
    Y finalmente, el último video que descubrimos:
  • useless.avi
    En este video de 18 minutos, una mujer rubia de uno de los videos de entrevistas anteriores está atada a un colchón en la sala de entrevistas. Intenta gritar, pero su boca está tapada. Después de 7 minutos, un hombre con un traje negro y una máscara abre la puerta, pero él no entra.
    Mantiene la puerta abierta para el animal que estaba corriendo en el video anterior. Se revela como un chimpancé adulto, totalmente rapado y pintado de pies a cabeza de rojo. Parecía estar muerto de hambre y que había sufrido de abusos, con varias heridas a lo largo de sus hombros y espalda.
    Cuando el chimpancé entra en la habitación, el hombre enmascarado cierra la puerta detrás de él. El chimpancé olfatea el aire por un momento (posiblemente era ciego), y se da cuenta a la mujer atada al colchón. El chimpancé entra en un frenesí, y la empieza a mutilar.
    El asalto se prolonga durante 7 agotadores minutos, hasta que la mujer finalmente muere. El chimpancé se come carne de su cadáver durante 4 minutos hasta que el video termina.
El thread explotó con la actividad después de este video fue descubierto, y la gente lo discutió hasta bien entrada la noche. Cuando regresé al board al día siguiente me encontré con que el tema se ha eliminado. Traté de empezar otro, y me bannearon. Intenté enviarle mensajes al sujeto que me había mandado el link, le envié cinco mensajes y no respondió.
He tratado de hablar sobre este sitio web en varios lugares, y me bannean con frecuencia. El sitio en sí también se eliminó aproximadamente 3 días después de useless.avi fue descubierto, probablemente porque alguien se dirigió a las autoridades al respecto.
La única prueba que existía era normalpornfornormalpeople.com unas pocas screencaps y vídeos que algunas personas tomaron desde el sitio y fueron subidos por torrents. El más popular es useless.avi, que encontró su camino en algunos sitios de gore.
Donde sea que los quieras subir, los videos de normalpornfornormalpeople.com son borrados después de poco tiempo.

posdata.. la pagina esta de nuevo en linea por si la quieren visitar!
Los visitantes, pueden venir inesperadamente. Lo desees o no. Solo una delgada puerta te separa del mundo exterior. Nunca se sabe quien está detras de la puerta.
-Lo prometimos ¿verdad?- Dice la hermana mayor.

Emisor Anónimo

A lo largo de mi vida pasé por experiencias muy extrañas, las recuerdo todas y cada una de ellas como si hubiera sido ayer. Pero una de ellas particularmente bizarra es sin duda la mas terrorífica de todas. Se trata de el emisor anónimo.
Era tan solo un adolecente común con problemas de adolecente común, las personas que me conocían opinarían que era solo uno mas de el montón. Sin embargo ellos no sabían la clase de infancia que tuve y creo que lo mejor para mi era que así fuesen las cosas. Cuando yo nací, mis padres no tenían mucho dinero. Esto era en parte a que aun no terminaban la preparatoria cuando por azares de la vida fui concebido. Sin una profesión a mi padre le costaba bastante trabajo conseguir el pan de cada día y mi madre no podía tener un oficio porque tenía que hacerse cargo de mi.

Hola a todos nuestros lectores!

Hola lectores les agradecería que nos dejaran comentarios de que les parece el blog que les gustaría que agregáramos que quisieran mas para que este blog siga creciendo gracias a todos por leer y darle + a las publicaciones esperamos sus comentarios para saber que si les gusta este blog si quieren una historia en especifico etc. etc. estamos a sus disposiciones muchas gracias! 
 -Emmanuel-

HellBook, el inicio de las páginas

Era casi mitad del año 2004, aún no se sabe con exactitud lo ocurrido; la evidencia de aquel suceso ha sido borrada totalmente, o al menos así se cree.
Muy poco se conoce de esta historia. De los millones de usuarios que se encuentran registrados en esta enorme red social, sólo unos cuantos conocen el rumor.
Se dice que cuando el Boom de las páginas se puso de moda, existió una llamada «HellBook» que promovía contenido relacionado al gore. La página que se había creado un 6 de junio de 2004 creció rápidamente, llegando a los mil likes en menos de un día.

Impacto

Caminaba bajo la luz hiriente del sol de enero, proyectando bajo sus pies una delgada sombra color azabache. Usaba jeans azules ajustados a sus muslos, y una camiseta blanca que llevaba adherida al cuerpo por la transpiración.
Cruzó por la Avenida Belgrano, conducido por sus zapatillas de lona rojas, con la atención puesta al otro lado de la calle. Una vidriera reluciente se abría ante sus ojos, exhibiendo ordenadamente deliciosas golosinas en envoltorios de colores chiclosos y cajas de cigarrillos con cordeles rojos. Sus ojos recorrían con desesperación cada estante buscando algo por sí solos, con una ansiedad que segundos más tarde lo sorprendió. En ese momento se hallaba ensimismado  sobre aquella incertidumbre.
Como si un destello hubiese activado su maquinaria cerebral, aferró a su mirada una botella de Coca-Cola que resaltaba de las demás en una heladera de cristal. Fue espontáneo, igualmente insólito, un segundo después sabía lo que quería: esa botella helada que transpiraba, como si fuesen las curvas de una mujer invitándolo a acercarse. Se empapó sus labios áridos y esperó un momento agazapado ante la vidriera, con los ojos achinados, esperando a que la Coca-Cola volara desde la heladera como un frisbee.  Tan rápido como vino, el deseo se disipó, y sus ojos perdieron el poder de focalización.
Ya erguido, dio media vuelta y volvió a cruzar la avenida. El sol nuevamente le impactó de frente como si fueran pequeños petardos encendidos. La ciudad no era más que gargantas de cemento y ladrillos que se abrían a todas direcciones posibles, como un asterisco esquizofrénico. No había rastro de nadie. Hasta los grillos se achicharrarían si saliesen a cantarle a la soledad.
El único sonido que se oía era lejano y casi inaudible: un suave ronquido, gutural y resonante, pero tan bajo que producía calma, placer, inhibición; como el ronroneo de las aletas de un ventilador en una siesta de verano. Y no pudo explicárselo (ni lo intentó), pero sus piernas comenzaban a encontrar un rumbo recto y preciso, hacia ese único ruido remoto. Allí podría haber alguien. Sus… amigos, sí, tenía amigos. O Lucy, su… novia. Estaban esperándolo con una de esas latas congeladas de Coca-Cola. O quizás una Pepsi, aunque sabían que el odiaba esa marca. Estaban en el frente de la casa de Diego, leyendo revistas y conversando y bebiendo gaseosas. Su marcha aceleró al imaginar a Lucy con una sonrisa aplastada y tierna al verlo llegar de sorpresa.
El pavimento despedía tanto calor que se dibujaban ondas que parecían bailar y distorsionaban su visión. Recreó en su mente una escena de una película que había visto de aventuras en un desierto, en la que todo se basaba en la poderosa ilusión de la insolación y el personaje del film terminaba derrumbado en su lecho de muerte, siendo sepultado lentamente por los vientos de arena. “Hasta que sus ojos quedaron fritos”, pensó. Se río torpemente y luego se calló de repente. Un escalofrío lo envolvió, naciendo desde su medula como astillas de hielo, y detuvo el andar de sus pies. A su mente vino en pequeños resplandores la imagen de una cabeza descansando cómodamente sobre la arena, con una sonrisa graciosa (quizá producto de las ilusiones), pero con los cuencos de los ojos vacíos, como dos túneles que corrían paralelamente hacia el infinito. “Frito”, repitió, y encendió su marcha.
El sonido que lo destinaba se hacía más y más fuerte, y pasó de ser calmo a metálico y estridente, pero aún se oía ahogado. Atravesó una senda peatonal sin mirar a los costados, se sentía imperioso en la soledad de la ciudad. Las veredas y las calles eran suyas, no tenía a quién eludir ni esperar a que los vehículos fluyan encolerizados y se detengan en cada semáforo. En cada maldito…
Semáforo. Parpadeaba frenéticamente. Luces amarillas, verdes, rojas. Parpadeaban sin sentido. Primero una, luego todas, sólo dos, de nuevo todas. Era extremadamente vívido. No sólo lo tenía ante sí, sino que lo veía brillar como nunca antes había visto algo. Cada centímetro de ese aparato era reluciente, tangible, contrastante. “Está loco, loco. El semáforo perdió…” la cabeza. Se le contrajo el estómago y pudo escuchar el corazón galopándole frenéticamente en el pecho: estaba estúpidamente aterrado.
Un impulso visceral de supervivencia le indicó a su cuerpo la huida.  Corrió con una agilidad sorpresiva, pero a todo lo que sus débiles zapatillas le permitieran. Cuando estuvo lo necesariamente lejos, giró sutilmente la cabeza y lo vio parado en la misma esquina (como esperando que cobrara vida), enloqueciéndolo con el resplandor de luces, diciéndole tácitamente que no se alejara. Parpadeaba ahora tan rápido que parecía que iba a estallar. Tornó la cabeza al centro y continuó, aunque volvió a mirar reiteradamente para asegurarse que no lo persiguiera. Que un semáforo no lo persiguiera. Minutos más tarde se le ocurrieron cinco o seis razones por las que lo que había pasado era una completa idiotez. Pero el terror no disminuía. Se acumulaba en su estómago, como un reloj de arena.
“No hay nadie”, sus pupilas se hinchaban ante la luz radiante del sol. Le costaba ver, pero no oía a nadie, ni perros, ni pisadas, ni el motor de algún aire acondicionado escupiendo frío por ahí. La sensación de majestuosidad se le escapa y lo que parecía una ciudad civilizada se transformó en un desierto de cruces asfaltadas. “Sepultado lentamente” la idea que le causó gracia ahora lo atormentaba.
¿Dónde estaba? Estaba… cerca del ruido. A sus oídos volvió aquel ronquido, fuerte y pesado, todavía metálico, similar al rugido de la tierra cuando se despierta un terremoto. “¿Qué había pasado mientras tanto, el ruido desapareció?” Intentó imaginar a Lucy esperándolo con los brazos abiertos pero algo lo detenía, algo desgarraba esa idea. ¿Qué hacían los chicos cerca de un ruido tan perturbador?
Las cienes le daban punzadas hacia la nuca, señal de que el sol lo estaba fatigando, pero mágicamente seguía avanzando, sin sentido, como si estuviera atrapado en un laberinto diseñado por el mismísimo Lovecraft, con el astro dorado vigilando sus movimientos.
Los muslos le ardían del dolor, y la camiseta ya formaba parte de su piel. Sentía que sus pulmones estaban por colapsar en cada exhalación. Pero el miedo continuaba allí, escondido en su vientre, obligándolo a continuar. “Un semáforo me asustó” pensó, pero aunque intentara encontrarle lógica al asunto, un puñetazo de irracionalidad le golpeaba las tripas. “¿Qué me pasa?”, la angustia le cristalizó los ojos con lágrimas, las lágrimas reales que se padecen ante la hoz de la muerte.
Dio sus últimos pasos de agonía y cayó de rodillas al suelo, abriéndose los jeans en un fuerte desgarro. Bajó la cabeza e intentó vomitar, pero terminó en unas arcadas violentas que le arruinaron la garganta. Tenía el peso del sol aplanándolo sobre la espalda y se recostó para sentirse aliviado. Así quedó por minutos, en posición fetal, bajo el desamparo del asfalto hirviendo bajo su cuerpo.
Pero de repente, nació desde el medio de la calle el mismo rugido que persiguió. Dio un respingo y se incorporó a tientas. Ante él estaba ese sonido que lo había hipnotizado como el canto de una sirena.
Con sus manos construyó una visera y abrió lentamente los párpados. Le costó adaptar sus pupilas, pero frotándose los ojos con los puños lo consiguió: veía su auto apuntándolo con la trompa. Su pequeño e indefenso Peugeot 206. Pero no lo había visto ahí antes. “No estaba allí”. Su estómago dio un estallido de pánico que lo hizo temblar. Pero sabía que había algo peor. Alzó la vista y encontró chalecos de policía, gorros de policía,  y cintas de restricción. Estaba todo adornado. Las rejas y los portones llevaban chalecos anaranjados. Los gorros estaban ornamentando los árboles. Las cintas colgaban como guirnaldas.
Rio y lloró al mismo tiempo. Era bizarro y totalmente irreal, pero esas alegres ornamentaciones llevaban cargado el horror. “Una fiesta”, dijo sollozando, “Una fiesta para mí”. Se arrastró hasta la trompa del auto y lo rodeó. Tomado del espejo retrovisor se levantó, y con cansancio apoyo la frente en la ventana polarizada.  “¿Qué mierda es eso?”. Dentro del auto, mesclada entre las sombras, estaba la misma botella de Coca-Cola, esperándolo mientras despedía gotas heladas. Estaba seguro que era la misma. No podía no ser la misma. Era perfecto, como la ilusión de la película.
Tiró de la puerta tanto como pudo pero no la abrió. Retrocedió unos pasos y recostó su peso sobre sus rodillas. Agitado, irguió su cabeza y miró  con desesperación y pánico esa puerta, pero lo que logró ver lo hizo gritar de terror: las luces hiperactivas del semáforo reflejado sobre el negro del polarizado. Estaba detrás de él, como riéndosele sádicamente, disfrutando su lánguido pudrimiento.
Las lágrimas le vertían a cascadas, hasta enrojecerle los ojos. Gritaba sin parar, no podía detener de su garganta, era una catarsis del horror que acumulaba en su vientre. Giró tan rápido como sus temblores se lo permitían y lo observó con los ojos abiertos, como si sus párpados chillaran al compás de sus labios. “Bajo la luz del sol no ocurren atrocidades, dicen. Qué mentira”.
Se hallaba de rodillas al frente de su casa. “Mi casa, esta es mi casa.” Y todo se iluminó en su mente. ¿Qué hacía en el medio de una ciudad vacía? ¿Por qué no había nadie? ¿Cómo llegó ahí? ¿Por qué no pidió ayuda? “Sabía que nadie me ayudaría”.
Caminó vacilante hacia la puerta de su casa, antes rompiendo las cintas de seguridad que  adornaban felizmente la entrada, “Una fiesta para mí”.
Antes de girar suavemente la manija y entrar, oyó otra vez aquel rugido gutural, y por primera vez pudo distinguir que era, “La bocina de un cami…” y su corazón se contrajo con tanta fuerza que tuvo que detenerse.
Al entrar a su hogar un aroma agrio a encierro le pateó la nariz. A pesar del fulgor del sol, adentro reinaba una espesa obscuridad, exceptuando la luz mortecina y gris del televisor. Un calor pegajoso lo envolvió en un abrazo. El aire se hacía pesado y de un gusto metálico. “No hay nadie,” pensó “¿Tendría que haberlo?”. De la misma manera que supuso que esa era su casa, se respondió que sí, que allí vivía alguien más.
Buscó con sus manos extendidas algo a que aferrarse en esa nube azabache en la que caminaba y se topó con un cuerpo alto y frio, de un frio aliviador para su piel enrojecida. Tanteó hasta encontrar de dónde tirar y una pequeña luz brillante se abrió paso en la obscuridad. Un soplido helado lo hizo estremecerse y le congeló las lágrimas en los pómulos. Estaba frente a la luz de la heladera, de su heladera. Y allí dentro brillaba una lata abierta. La alcanzó de inmediato y la puso ante sus labios. Inclinó el envase lentamente hasta que la espuma de esa cerveza rancia tocó su lengua y…
Unas palabras insidiosas se hilaron en su mente sin su voluntad. “En el infierno hace calor.” Al principio no tuvo sentido, pero un segundo después lo hizo detener su corazón. “No tengo sed. Nunca tuve sed. Nunca” soltó la lata y escupió el líquido de su boca. Cerró la heladera y  gateó en la oscuridad que lo defendía del brillo del sol… y las luces del semáforo… y el reflejo de cualquier vidrio… ya no había sombras… o todo era sombras.
Llegó hasta el sillón y se levantó con la fuerza que quedaba. El televisor despedía una voz grave de locutor: “Porque tu vida empieza hoy.” Y finalizaba.
Izó su cabeza hasta asomar sus ojos por encima del sillón en un último esfuerzo.
Allí, inesperadamente, estaba su madre, una mujer mayor con un rodete blanco en la cabeza que lo miró con sorpresa. “¡Hijo! ¿Qué haces ahí?” dijo la anciana con un tono agudo en su voz.
Le estiró una de sus manos arrugadas y quedó perplejo, con un sabor amargo en la garganta. Quiso hablar pero el llanto le bloqueó sus cuerdas vocales. Sintió su corazón renaciendo, latiendo tan alegre como nunca. Recibió su mano y se sentó torpemente. La abrazó con fuerza y le besó la mejilla.
“Hijo. ¿Otra vez llorando?” preguntó ella amablemente. Él no respondió, sólo siguió con su llanto. La mujer unió sus manos sobre su pollera y suspiró profundamente.

Fotografías de animales

—Cuídalo mucho. Es posible que me extrañe, así que llamaré a diario, y muéstrale fotos mías mientras hablamos. Los gatos pueden volverse muy independiente si se les da las facilidades, y no quiero eso, ¿entendido? Él es muy excéntrico en ciertos aspectos, pero si mantienes los cuidados que te dejé en la lista no deberías tener problemas.
—Descuida… Suerte.
Y así comenzó mi viaje. Tenía una importante reunión de trabajo al otro lado del país, serían cinco horas en avión; agotador, pero necesario, pues la empresa atravesaba un momento muy complicado.
Mi gato, razón de mis alegrías, se llamaba Jack. No podía llevarlo conmigo, el simple hecho de que ocurriera una descompresión en la zona de carga del avión, y muriera, me volvería loca. Le pedí a un vecino de confianza, quien es lo más cercano a un amigo que tengo, que lo cuidara. Le di las indicaciones para ello. El viaje es de una semana completa, si todo sale a la perfección, serían menos de 180 horas sin verlo.
21 de julio:
Las cosas están complicadas aquí, nuestras acciones bajan de valor, las compran puros incompetentes que sólo perjudican la empresa. Fácilmente podemos caer en bancarrota cualquier día de estos, perder mi trabajo, y lo peor, sin poder alimentar a Jack. Tendré que esforzarme el resto de la semana.
Llamé a mi vecino alrededor de las 9 p.m y lo puse al día con lo ocurrido, su estúpida condición para seguir cuidando de Jack, y después hablé con mi gato. Parecía feliz al hablarle. Eso me alegró la noche, o al menos el disgusto de la realidad de la empresa.

El juego de las escondidas rituales !

Creo que todos hemos jugado alguna vez a las escondidas. Una persona cuenta, otra persona se esconde, luego la persona que contó debe buscar a quien está escondido.
Como hija única, tengo que decir que es un juego que he aborrecido siempre… pero aquí hay una solución para quienes no tienen con quién jugar.
Sólo debo advertirte que una vez hayas empezado, deberás continuar hasta el final… dejarlo a la mitad es muy peligroso para ti y tus seres queridos. Quienes, por cierto, no deben estar en la casa al momento que juegues. Se recomienda también dejar todas las puertas sin cerrojo y mantener un celular contigo todo el tiempo, por si acaso.

Para este ritual vas a necesitar un muñeco de algodón que tenga brazos y piernas, arroz, una aguja e hilo color rojo, una taza de agua salada, un cuchillo o cualquier herramienta punzante y un lugar donde esconderte —en lo posible, una habitación purificada con incienso— que tenga un televisor en buen estado.
Extrae todo el relleno del muñeco y reemplázalo con arroz; esto representará los órganos del muñeco y atraerá a los espíritus. Corta alguna de tus uñas y colócala dentro del muñeco. Ahora cose al muñeco de nuevo utilizando el hilo, y ata el resto del hilo a su alrededor para representar a una artería, sellando así al espíritu que invocaste.
Llena una bañera o algún recipiente grande con agua y pon la taza de agua salada en la habitación donde te esconderás.
Ponle un nombre al muñeco —el que quieras, excepto el tuyo—.
Empecemos a jugar…
A las 3:00 a.m. dile al muñeco tu nombre y «es el primero». Tú serás el primero en buscar.
Ve al baño y pon el muñeco en la bañera con agua. Apaga todas las luces de la casa, ve hacia tu escondite y enciende el televisor. Cierra los ojos, cuenta hasta diez, vuelve al baño y apuñala al muñeco con el cuchillo. Ahora di, «Tú eres el siguiente», seguido del nombre del muñeco, al tiempo que lo pones en el piso del baño. En cuanto el muñeco toque el piso corre hacia tu escondite. Has roto el sello que retenía al espíritu dentro del muñeco; ahora ese espíritu está enojado, y te busca.
En tu escondite podrás sentir la presencia de lo que sea que está buscándote mediante el televisor. Éste empezará a comportarse de modo extraño a medida que «ello» esté más cerca de ti. No te muevas ni hagas ningún sonido. Si purificaste el ambiente con incienso, el espíritu no entrará.
Cuando te canses, pon en tu boca media taza del agua con sal —sin tragarla ni escupirla; así te mantendrás protegido de lo que merodea por tu casa— y, con el resto de la taza en tu mano, sal de la habitación y comienza a buscar a tu compañero de juegos. De más está decirte que no se encontrará en el baño. Cuando lo encuentres, échale el resto del agua salada y escupe sobre él la que tienes en tu boca. Grita tres veces «Yo gano». Deja que el muñeco se seque, quémalo y luego deshazte de él.
No extiendas este ritual por más de dos horas..................

Por favor, abre la puerta

Han pasado tres años desde aquella noche.
Yo no debí haber estado ahí, ellos lo sabían. Ese día salí muy temprano a la casa de un amigo, sus padres no estarían y tenía un nuevo videojuego de terror; pasaríamos toda la noche jugando.
Ellos lo sabían, yo no debí haber estado ahí esa noche, mi amigo debió estar solo. Ellos lo habían observado por días como hacen siempre y sabían que esa noche estaría solo. Desde el momento en que lo eligieron, no había marcha atrás.
Pero tal vez quieras saber quiénes son ellos. Bueno, la verdad… aún no estoy seguro, sigo sin asimilar lo que pasó aquella noche; pero te contaré lo que hasta ahora sé, para que tengas cuidado.
Ellos se encuentran en todas partes, en ningún lugar estás exento de ser su víctima. Eligen a una persona, no sé bien cómo o en qué características se basan, pero una vez que te eligen no cambiarán de opinión: te vigilan, te estudian y estudian a todas las personas que conoces. Día tras día te observan cuidadosamente sin que tú te percates de su presencia.