Prediformol!!!


Esta historia viene de hace unas semanas. Usualmente recibo MPs de todo tipo, además de mensajes a mi Email, así que no es de extrañar de muchos de esos mensajes que me envían, sean raros o inquietantes. 

Todo esto empieza por un usuario, que prefiere no darme su identidad, y que curiosamente cambia de mail cada vez que me envía un mensaje. 


Él me cuenta que sabe cosas, que conoce información importante y que quiere que yo haga eco de la noticia. 

También me cuenta, que desde hace unas semanas, ve un auto, de color negro cromado, ante su casa, o bien en la lejanía, cuando sale a la calle. 

Todo esto que él me cuenta, dice que le ocurre desde que, participando con otro usuario de una conocida web "chan", que no mencionaré por spam, intentó entrar en algunos archivos en los que no debería meterse. 

Según me contó, él y el otro usuario estuvieron navegando durante horas en las webs ocultas tipo "The deep web", de información ilegal sacada de terceros, esto incluye gobiernos e instituciones. 

Lolita Slave Toy



Yo creo Esclavas Lolita de juguete. En caso de que no sepan a qué me refiero, es muy simple: Transformo chicas jóvenes en juguetes sexuales fácilmente manejables. Eso. Ellas no pueden escapar, resistirse, ni decir algo; ellas solo están ahí para tu diversión sádica. ¿Curioso del porqué?

2.1

Lolicon8: Sé de un lugar donde puedes cumplir tu fantasía.
Putrid-doll: ¿En serio? ¿Dónde?
Lolicon8: En el centro, es un burdel clandestino.
Putrid-doll: ¿Un burdel? ¿Y cuánto cobran? Sabes que aun dependo del dinero de mis padres.
Lolicon8: No te preocupes por el dinero, digamos que pagas en especie…
Putrid-doll: Eso no suena bien…
Lolicon8: ¿Qué tanto deseas hacerlo?
Putrid-doll: Touché, valdría la pena aunque terminara como la chica de réquiem por un sueño.
Lolicon8: Sólo un consejo… excédete, desquita tu pago al máximo y no te arrepentirás.
Putrid-doll: Me conoces, sabes que lo haré, dame la dirección.
Ahí estaba Alyssa Romanova (Liss), entrevistándose con una nueva clienta. Recibía a unos 40 al día, de los cuales apenas la mitad aceptaban los términos del acuerdo y muy pocos eran los que hacían peticiones interesantes. Frente a ella se encontraba una joven de diecinueve años, bastante delgada que evitaba hacer contacto visual, llevaba una falda corta y una camiseta de tirantes, su nombre era Jazmin Auz.
En su trabajo Liss estaba acostumbrada a observar a toda clase de esperpentos, depravados, exconvictos y mujeres tan horribles que resultaría difícil que consiguieran sexo gratuito, por lo que le pareció curioso tener a un espécimen como su interlocutor en el burdel. Se trataba de un muchacho alto de veinte años, con facciones delicadas, cabello negro rizado y una piel tan perfecta y blanquecina como la porcelana, además de portar gafas oscuras; de inmediato ella pensó en un Jim Morrison muy joven, lo único que disminuía ligeramente su atractivo era su pronunciada delgadez.
—¿Qué diablos te pasó en el ojo? —le preguntó Alice a su mejor amiga, a la cual parecía que le hubieran propinado una buena paliza.
—Si te lo contara no me lo creerías…
—Vamos, te conozco desde la primaria, sabes que puedes contarme lo que sea.
Su interlocutora meditó un poco, hasta que por fin se decidió a hablar.
—Bien… ¡cumplí mi fantasía! ¡La de Bundy!
—¡Pero es imposible! —argumentó ella, completamente incrédula.
—Eso creí yo, ¡pero sucedió! No lo sé… conocí un lugar bastante extraño, podría decir que tiene algo de sobrenatural.
—¡Dame la dirección!
—¿Qué piensas hacer?

El necrofago!

Ese día, Ahmar vagaba a pie por una de las calles de la fértil Idlib, lamentablemente borracho y mareado. Estaba perdido, y no sabía con seguridad hacia dónde se encontraba su casa. Pasaban las once y media cuando vagaba por una de las calles más viejas y oscuras, donde no había un alma.
Después de mucho trastabillar por aquí y trompicar por allá, se encontró finalmente con una persona, y no dudó en dirigirse hacia él.
ALYSSA ROMANOVA
Finalmente había terminado la entrevista con aquella chica pelirroja de enorme frente que resultó ser hija de Nacho Sixxx, y ahora caminaba como un condenado a muerte hacia la habitación 205. Susurraba palabras obscenas, injuriaba todo lo existente y sobre todo profería maldiciones a su estúpido eslogan acerca de cumplir cualquier fantasía. Ahora tenía que andar por el burdel como si fuera otra de las prostitutas con los pechos a punto de escaparse de ese diminuto vestido que el cliente había elegido personalmente; al menos agradeció no haber recibido instrucciones de cómo debía comportarse. Pero claro, esto se ganaba por dejar que Jennifer hiciera las entrevistas mientras ella se tomaba su primer día libre en cinco años, quizá hasta ella lo había sugerido, pero ya se las vería con esa pequeña mujer cuando terminara con ese suplicio.
PUTRID DOLL
Coloca una nueva hoja sobre su restirador, en la esquina superior izquierda se encuentran dos bocetos: el primero muestra a una chica con un vestido hecho de piel y coronada con una diadema de dientes, mientras que el segundo ilustra a un par de gemelas vestidas como bailarinas de belly dance sosteniendo espadas, es el espectáculo que se presentará esa noche.
Sin embargo, esta vez su jefa, Alyssa Romanova, la hace ponerse cursi debido a que una estúpida pareja de clientes quería celebrar su aniversario en el burdel. ¿Quién carajos celebra su matrimonio en un burdel? Qué idiotez… eso del romanticismo no era para nada lo suyo, y no era parte de su contrato… Bueno, obedecer en todo a Liss era su trabajo, pero cuando se lo planteó no se imaginó esta situación. Dibuja tres cuerpos destazados formando la típica frase “I
Piensa en llamar a la pequeña Candelaria (la criada que usualmente ofrece bocadillos caníbales a los clientes) para que le proporcione algunos de sus manjares, pero presiente que sólo será una distracción. Decide tomar una libreta de dibujo y recostarse en su cama, siempre le ha resultado más fácil inspirarse estando horizontalmente. Abre la libreta y sólo consigue usarla como almohada, esa labor le está pareciendo torturante y aburrida; sin embargo, el castigo no duraría mucho, y podría continuar con su labor habitual. A decir verdad, aquél era el trabajo que siempre había anhelado y ni un lapsus de cursilería lo arruinaría. Comenzó a perderse en el recuerdo del día en el que se unió al personal de El Burdel de las Parafilias.
—¿Y bien señorita Díaz…, qué piensa de mi oferta de trabajo?
—Me parece bastante buena, quizá demasiado para ser real. Pongamos las cartas sobre la mesa, Alyssa —Liss hizo un ligero gesto de molestia, las personas rara vez la llamaban por su nombre completo—. ¿Qué es exactamente lo que tengo que hacer, y qué me darás a cambio de hacerlo?
—Te encargarás de los espectáculos del burdel, para ello te proporcionaré todo lo que necesites, y como pago podrás hacer uso nuestros servicios siempre que quieras, además de contar con hospedaje y alimento en nuestras instalaciones.
—¿Y qué, nada de dinero?
—¿Para qué necesitarías dinero, Jennifer? —dijo ella adoptando el tono familiar que su interlocutora había tomado—. Tu habitación contará con todo lo que necesites y mucho más, podrás diseñarla a tu gusto.
—Eso de la habitación me suena a que tendré que estar trabajando mucho tiempo. ¿Cuál será mi horario? —La europea no pudo contener una carcajada ante esa pregunta.
—No tendrás un horario, si aceptas el trato pasarás a ser propiedad del burdel y no podrás salir de él. Pero no pongas esa cara, ¿qué puedes perder? ¿Una familia que no te comprende? ¿Una escuela llena de gente que te desprecia? ¿Una sociedad que jamás te aceptará? Piénsalo, aquí puedes realizar cada fantasía que cruce por tu mente, lo que hiciste hace unos días no es más que el comienzo, tienes posibilidades infinitas, recursos ilimitados y vivirás rodeada de lujos y sirvientes que estarán a tu disposición todo el tiempo. Entonces, ¿qué escoges? —Jennifer lo meditó un poco, pero no había mucho que pensar.
—¿En serio no podré salir de nuevo?
—Te daré un día libre al año y siempre puedes emular un paisaje exterior en alguna de nuestras habitaciones.
—De acuerdo, acepto. Pero hay algo más que quiero como pago —Liss la miró expectante y le hizo una seña con la mano para que continuara—. Quiero información, saber exactamente cómo funciona este lugar. ¿Cómo se mantiene si no cobran a sus clientes? ¿Cómo es que consiguen personas tan hermosas que estén dispuestas a prostituirse? Es decir, no lucían maltratadas ni temerosas, así que no pueden estar secuestradas, y tú misma mencionaste que eran más de trescientas.

Casi humano.

Despertó al oír el clic de la puerta cerrándose.
Era medianoche: la luna brillaba fantasmagóricamente en el cenit de los cielos y todos descansaban con tranquilidad en sus hogares. Todos excepto el pequeño Will, que miraba desorbitado a la inexorable oscuridad, con la gigante camiseta de los Yankees transpirada, y el corazón acelerado a punto de catapultarse de su pecho.
La habitación era un completo manto negro y sordo de misterios. La luz del pasillo, que se encendía para su tranquilidad, había quedado atrás cuando la puerta se cerró. No lograba oír casi nada: ni al gato de su abuela merodeando en la noche, ni a las ventanas zumbando por el fuerte viento de diciembre. Sólo alcanzó a percatar, aguzando el oído con esfuerzo, un leve crujido, como el de ramitas quebrándose bajo una pisada, que se repetía persistentemente.
TractractracTractractrac.
Con movimientos ágiles se destapó, empujando con las dos piernas la pesada manta de lana. Necesitaba sentirse libre para alcanzar el velador junto a su cama y encenderlo rápidamente, sin tener que prestar su diminuta mano a la incertidumbre de la oscuridad.
Se estiró hasta palpar con la yema de los dedos un pompón peludo, y más arriba comprobar que estaba unido al cordón que accionaba el velador.
TractractracTractractr
El traqueteo se detuvo inesperadamente, paralizando a Will a punto de encender la luz, en medio de la hambrienta penumbra.
—Shhhhh —chitó una voz frágil y arenosa.
Soltó el cordón aterrado y giró hacia la misteriosa voz que provenía desde sus espaldas. Buscó bultos y formas en la negrura, pero todo se veía igual de llano y azabache.
—¡Shhhhh! —repitió la enigmática presencia con más violencia y autoridad.
Will abrazó con fuerza la almohada y se entregó por completo al pánico: en su mente sólo se dibujaba la imagen de su mamá entrando a la habitación. Las lágrimas no tardaron en estallar su angustia silenciada.
—Shhhhh. No llores maricón —dijo amenazante, y agregó—: Soy la abuela, Will, duérmete ya. Mamá llegará cuando amanezca.
Y repentinamente todo tuvo sentido. Imaginó a la anciana, con los ojos cerrados bajo sus  gruesos lentes, dormitándose con los movimientos placenteros de la mecedora, esperando  que su nieto pudiera conciliar el sueño en su primera noche lejos de casa.
El corazón fue disminuyendo sus latidos y la oscuridad siniestra fue transformándose en un velo plácido de sueños. La almohada que enjuagó sus lágrimas ahora era morada de fantasías intrusivas.
«La abuela me vio llorar. ¡Qué ridículo s…».
«La abuela me vio».
«¿Cómo pudo verm…», pensó el pequeño Will espantado.
Con desesperación tiró zarpazos al aire hasta encontrar el cordón que encendió la mortecina luz del velador.
El cuarto se iluminó: dos ojos verdes brillaban como piedras preciosas. El gato de la abuela miraba a Will con cierta complicidad bromista desde la mecedora.
Abrió apresuradamente la boca y desenrolló una gran lengua áspera y amoratada, la lengua de la abuela. Una bola pegajosa de cabellos blancos salió despedida desde la garganta del animal hacia la falda del niño.
—Dije que duermas, maricón —dijo el gato enfurecido y rió humanamente antes de desaparecer en las sombras.
(Cuento original basado en el relato de un niño autista, William Morrison, que dice haber escuchado la voz de su abuela desaparecida dentro de su gato, al que misteriosamente tampoco hallaron la noche de los sucesos. Este relato participa en el concurso online de microrrelatos foscos “Estoy Contigo”).